dissabte, 6 d’octubre del 2007

Ronco dei Tassi Sauvignon Blanc 2006

Siguiendo con la bella e instructiva costumbre de traer a enólogos y viticultores responsables de los vinos que importan, Leo y Alberto, de Enoteca d'Italia, organizaron el pasado 25 de septiembre una cata comentada de los vinos de Ronco dei Tassi. La bodega se encuentra en Gorizia (Cormons), en la parte más alta del Collio (Denominación de Origen controlada), en pleno parque natural de Plessiva y muy cerca de la frontera italiana con Eslovenia. Es tierra de viñedos en suaves laderas arenosas protegidas de los vientos del norte por los montes prealpinos de la Giulia y que mitiga los fríos de la zona con los aires que le vienen del mar. Por razón de su clima, de la tierra y de su tradición es, más que nada, zona de grandes vinos blancos, secos y no. Fundada hace relativamente poco (1989) por Fabio Coser, su Fosarin les ha lanzado a la fama y al "estrellato" desde hace unos pocos años. Enrico Coser, enólogo preparadísimo, hijo de Fabio, hizo los honores y a sus apenas 22 años, asombró con su control de la hacienda y las vinificaciones de sus productos: se habló y se cató (añada 2006) su tocai friuliano, su malvasía, su Fosarin, su Cjarandon (único tinto) 2004 y su Picolit 2005, un vino llamado a ser grande, también, pero que necesita algo de tiempo todavía (vendimia tardía, mínima expresión de la uva pasificada, néctar que necesita mucha botella todavía para abrirse: pero promete).

Pero el vino en que me quiero detener con más calma fue un sorprendente sauvignon blanc monovarietal de 2006. Y digo sorprendente porque ese clon con que trabajan en Ronco dei Tassi hace que la variedad suene, casi, a autóctona del Friuli y tenga bien pocas semejanzas con los monovarietales jovenes del Loire o de Hawkes Bay o Marlborough. Es, además, el vino de Enrico, el que controla desde la planta hasta el embotellado. La selección empieza ya en la planta y cuando la fruta llega a la bodega, la maceración prefermentativa se hace en un ambiente completamente inerte, sin oxígeno, ni sulfurosos ni nada de nada. Cuando pasa a la fase de fermentación (8-9 días en inoxidable, a 18-19ºC), ciertamente el oxígeno es imprescindible, pero Enrico hablaba del "mínimo necesario". El afinado final, antes de la botella, se consigue en barricas bordelesas de roble de segundo año (seis meses) donde hace la maloláctica. Es un vino que aconsejo tomar sobre los 10ºC. Presenta un dorado pajizo, pero de paja bastante madura ya, sin notas de verdor ni en color ni en nariz ni en boca. Los primeros aromas que asoman son los del melocotón maduro de carne blanca (en Catalunya, con perdón, les llamamos "gabachos"), una cierta acidez (en nariz y en boca) cercana al lichi y mucha flor blanca. Empieza discretamente, pero al final el aroma a acacia (junto con algo de pipí de gato) es bastante claro. En boca ofrece un paso delicado y suave, muy rico y estructurado, con un posgusto bastante largo. Es un vino que se puede conseguir sobre los 10 euros y que recomiendo sinceramente.

Si os apetece tener una descripción cuidadosa y bien documentada de toda la cata, echad un vistazo a este comentario de Polakia.

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