dimecres, 5 de desembre del 2007

Castillo Perelada La Garriga samsó 2005


Castillo de Perelada es una de las grandes empresas en el mundo del vino catalán y, sin duda, una de las punteras en la DO Empordà. Es de aquellas bodegas que pongo siempre como ejemplo (otra es Torres) cuando quiero explicar a alguien que la calidad no tienen por qué estar reñida ni con la cantidad ni con la exclusividad. Esta casa produce alguno de los grandes tintos del país, entre ellos Finca Garbet y la serie Ex Ex junto a vinos de consumo diario mucho más sencillos. Su La Garriga inaugura (de hecho lo hizo en su primera añada en el mercado, 2004) una nueva línea: vinos procedentes de una sola finca y monovarietales. Buena cosa es ésta porque así sabemos a la perfección qué da de sí una variedad en un terreno concreto y cómo le afecta la vinificación de la bodega. Estamos hablando de una finca en el municipio de Perelada, con cepas de más de 50 años de antigüedad de la variedad samsó (cariñena), plantadas sobre un terreno llano, con limo, arcillas, arena y gravas. La vinificación es la tradicional en un tinto con esta variedad, con una larga maceración y una fermentación a temperatura controlada de 26ºC. La primera añada de La Garriga salió con un 10 % de cabernet sauvignon. 2005 es monovarietal de samsó 100%. El vino hace la maloláctica y se pule en barricas bordelesas de roble americano de grano fino durante doce meses. Por la degustación, todas ellas son nuevas y no sé qué rotación harán con las que hicieron el 2004 porque no lo especifican, pero poca será. Sale al mercado con 14,5% y lleva ya dos premios, una medalla de oro en el Challenge International du Vin 2007, de Burdeos, y un Zarzillo de Plata 2007, de Valladolid.

No lo decanté, pero tras la cata, creo que una media hora de decantación previa al servicio, a una temperatura de 16ºC le habría ido muy bien. Ofrece una capa alta, de menisco casi impenetrable y ribete en degradado hacia el transparente, con un color cereza oscuro, entre la picota y la tártara y el cárdeno subido. Su lágrima es densa y cae con cierta lentitud. Asoman aromas bonitos, ya a copa parada, de fruta madura del bosque, entre el arándano negro y la mora madura, siguen apuntes de especias dulzonas como la pimienta de cayena y el clavo. En boca tiene un buen cuerpo con los taninos algo ásperos y astringentes, pero agradables, con una gran estructura y un largo posgusto, hecho de tostados y cierto humo de hogar. Es un vino de trago placentero y agradable, tras el que acaban saliendo dejes de sotobosque y el buen frescor de un caramelo de eucalipto. Ese frescor lo muestra tanto en nariz como en boca. Si algún "pero" le tuviera que poner (tiene un precio sobre los 15 euros, que se corresponde muy bien con la calidad detectada) es que parece un vino del Empordà hecho con alma y sensibilidad del Priorat más actual, moldeado a base de crianza. Para mi gusto, la madera y los terciarios, aunque no le pesan en absoluto, acaban envolviendo todo con demasiada firmeza y la fruta se acaba perdiendo un poco de vista. En cualquier caso, recomiendo sin dudarlo su compra y degustación, aunque un par de años más de botella no le harán ningún mal. Para los buenos platos de caza del invierno, La Garriga sentará de maravilla.