O la Torta de Quesos Cañajeral (en la foto), en Pollos (también Valladolid, por donde pasé hace bien poco con mi amigo Pedro), una torta de leche cruda de oveja con un mínimo de dos meses de curación, de corteza ya tirando a ocre e interior más bien licuado, que servidor tuvo la desfachatez de ir tomando a cucharadas (como la buena paella...). Es otro queso que impresiona, con un poder en nariz y en boca enormes, regusto vegetal tremendo (del pasto de las ovejas mezclado, aquí, con el cuajo de flor de cardo, que es el que se usa) y un tono amargoso y de campo segado, que dejó a la familia en las nubes. Roberto me regaló también un Marques de Olivara tinto roble del 2006 (DO Toro, del Grupo Garvey), cuyos taninos marcados, su madera justa y sus aires de fruta de arándano negro y de pimienta, casaron bien con el queso de Mucientes. Con la torta y sus aires tan vegetales y algo amargosos, textura más bién líquida e intensa, le pegó de maravilla un Colet Assemblage, de Sergi Colet. Quienes seguís este cuaderno sabéis de mi devoción por esta casa: un cruce entre la tradiciones del Penedès y de la Champaña, con la chardonnay y la pinot noir campeando gráciles, la suavidad, cremosidad, frescura y fruta del Assemblage extra brut de los Colet aportan una fantástica combinación a la torta de Cañajeral. Al ser, ambos quesos, generosos en sabores y sensaciones, conviene irlos tomando poco a poco. A lo largo de los días de vida e indulto que han tenido en casa, he gozado de ellos con otro tipo de vinos, pero creo que los perfiles de los que he descrito, casan muy bien con los quesos que Roberto quiso compartir conmigo.dimecres, 20 de maig del 2009
Es un placer que conviene compartir
O la Torta de Quesos Cañajeral (en la foto), en Pollos (también Valladolid, por donde pasé hace bien poco con mi amigo Pedro), una torta de leche cruda de oveja con un mínimo de dos meses de curación, de corteza ya tirando a ocre e interior más bien licuado, que servidor tuvo la desfachatez de ir tomando a cucharadas (como la buena paella...). Es otro queso que impresiona, con un poder en nariz y en boca enormes, regusto vegetal tremendo (del pasto de las ovejas mezclado, aquí, con el cuajo de flor de cardo, que es el que se usa) y un tono amargoso y de campo segado, que dejó a la familia en las nubes. Roberto me regaló también un Marques de Olivara tinto roble del 2006 (DO Toro, del Grupo Garvey), cuyos taninos marcados, su madera justa y sus aires de fruta de arándano negro y de pimienta, casaron bien con el queso de Mucientes. Con la torta y sus aires tan vegetales y algo amargosos, textura más bién líquida e intensa, le pegó de maravilla un Colet Assemblage, de Sergi Colet. Quienes seguís este cuaderno sabéis de mi devoción por esta casa: un cruce entre la tradiciones del Penedès y de la Champaña, con la chardonnay y la pinot noir campeando gráciles, la suavidad, cremosidad, frescura y fruta del Assemblage extra brut de los Colet aportan una fantástica combinación a la torta de Cañajeral. Al ser, ambos quesos, generosos en sabores y sensaciones, conviene irlos tomando poco a poco. A lo largo de los días de vida e indulto que han tenido en casa, he gozado de ellos con otro tipo de vinos, pero creo que los perfiles de los que he descrito, casan muy bien con los quesos que Roberto quiso compartir conmigo.
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