dimecres, 3 de gener del 2007

Postres de Navidad y Pedro Ximénez


Una de las cosas que más me cuesta en estas fiestas es la de los postres. Me gusta seguir las tradiciones, lo reconozco, pero tras algunas comidas ciertamente pantagruélicas, llegar a los postres y tener que enfrentarse a los turrones, mazapanes, panes de Cádiz, polvorones, roscos de vino y etc., se hace a ratos peliagudo. Uno ya tiene una cierta edad y aunque tenga una natural tendencia al exceso, ha aprendido a controlarse. ¿Cuál es aquél postre sabroso, ligero, del que puedes comer, sin más, una o dos porciones y quedarte prácticamente igual, pero que te deja en la boca ese gusto para mí tan agradable del dulzor final?


Tras esta apariencia de caja más bien tosca, tras este cartón por el que darías bien poco, se esconde uno de los "secretos" mejor guardados de los postres navideños catalanes: la mejor "neula", "barquillo", que yo jamás haya probado. La fábrica de galletas "Joies" se encuentra en l'Espluga del Francolí , pueblo de la Conca de Barberà (Tarragona), llave de acceso a la Ruta del Císter catalana, que lleva a los mismos pies de las murallas de Poblet y a los espectaculares viñedos de los que nace el Grans Muralles de la casa Torres. Esta casa fabrica las neulas de forma absolutamente artesanal, las cuece y enrolla una a una (no hay dos iguales, lo prometo, en una caja de 1,3 kg) y sólo utiliza huevos, harina, azúcar, almendras y grasas naturales. Nada más. Yo las compré una vez allí (para más información 977.870406), de pasada y en esta ocasión, un buen amigo me las ha proporcionado. Un bon "vivant" de estas tierras tiene que conocerlas y probarlas alguna vez. Crujientes, con un sabor absolutamente natural, únicas.


No se me ocurre mejor acompañamiento para tan excelso, dulce y, al mismo tiempo, sencillo y natural barquillo, que el más extraordinario de los vinos dulces que yo he probado recientemente: el Pedro Ximénez del que os hable hace bien poco. Por supuesto, sé que no todo el mundo puede tener acceso a él. Hay otro PX que me tiene el corazón robado, que se puede comprar a 12-14 euros la botella de 3/4 de litro y que acaba de repetir (hoy mismo lo podréis comprobar en el Anuario de Vinos de El País) la máxima puntuación que consiguiera el año pasado. El PX de Toro Albalá, tanto el 2003 como el 2004, servidos a 10 grados, son otro delicioso compañero para este barquillo de ensueño.

Y sí, ¡tendréis razón!: ¡he vuelto a caer en el exceso!, pero es que con un barquillo y un hilo de PX, uno termina los postres de Navidad como si el mismo arcángel le estuviera anunciando, trompeta en mano, la llegada del reino del Señor. En la gloria, vaya.

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