dimarts, 9 d’octubre del 2007

AQ en Tarragona

¡Otra forma es posible! A esta contundente afirmación, que encabeza la web del restaurante AQ (c/ de les Coques, 7, de Tarragona, telf. 977215954), responden con hechos cotidianos Ana y Quintín, el uno en la sala, la otra en la cocina. Es uno de mis dos restaurantes preferidos en la ciudad (el otro es el Bar Quet) y, aunque he ido varias veces, ésta es la primera que escribo sobre él. No es por pereza, sino porque algunos ilustres colegas y avisados periódicos (citados en su web), han dado ya varias noticias sobre ellos y me parecía que no podía ofrecer yo nada original ni mejor. Lo sigo pensando, claro, pero tengo tan buen recuerdo de los ratos pasados en su comedor, que no me resisto a dar breve noticia del último de ellos.

¿Qué hace de AQ un lugar especial? Ellos lo llaman "cocina viva". Yo intentaré describirlo con otras palabras: situación de privilegio, en uno de los laterales de la catedral, es decir, en la zona más sagrada de los Romanos (llamadme loco pero ese rincón es muy especial e impregna cuanto se hace en los alrededores); trato discreto y cordial en la sala, lleno de atención, de información sin sobresaltos ni aspavientos; sabiduría en la elección de la carta de vinos, con atención al entorno y con respeto hacia el cliente en los precios; absoluta conciencia de nuestra procedencia gastronómica (llegan hasta los Romanos, en efecto, como se verá), pero con abundantes notas personales que buscan potenciar los sabores de las cosas y no llegan jamás a la sobreinterpretaciones histriónicas; cocciones en su punto, productos de la tierra y contrastes adecuados. Y un detalle que me gusta: Ana está en su cocina y si alguien quiere algo, que entre.


Mi última cena (en sentido metafórico, claro) fue ésta (en compañía de dos queridos amigos, aunque no anoté sus platos): un aperitivo de brandada de bacalao con "corteza" de la piel del bacalao, suculento y delicado; un falso ravioli de gamba con aceite infusionado con la cabeza del animal, sabroso, mucho, el mar en la boca; una crema de foie con cítricos, uno de mis mejores contrastes de los últimos tiempos; una cigala "a la Romana" (con cilantro, comino y pimienta): Quintín sabe que lloré de alegría, lector voraz como soy de Apicio; gallo de san Pedro con puré de patatas y trufa, qué pescado tan entero, sabroso y en su punto, un mar y montaña que habría hecho feliz a Josep Pla; granizados de melón, maracuyá y yogurt, refrescante con cremoso y suave, beso para el paladar; infusión de regaliz: digestiva no sé, pero mi infancia entró a raudales en el comedor. Acompañó de maravilla esta cena uno de los grandes blancos de este país: un Blanco Nieva pie franco 2006 de la DO Rueda, un monovarietal de verdejo de cepas prefiloxéricas que tiene un color amarillo pálido con reflejos verdosos, unos aromas vegetales de heno cortado y de flor de acacia en su apogeo y una entrada en boca golosa, con enorme volumen y un posgusto amargoso, aunque también lleno de frutas maduras (moscatel y pera) con una punta de hinojo silvestre. Se puede encontrar en tiendas por debajo de los 10 euros. Verdejo en estado puro, puro goce que estuvo a la altura de lo que comí en AQ, un sitio muy, muy recomendable, que siempre está a gran nivel y que hay que disfrutar con calma y pasión, la misma que ponen Quintín y Ana en su trabajo.

La foto central de este comentario BY Encantadisimo.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada