En una última incursión por el Bordelais, hice un trabajo previo de documentación para localizar bodegas interesantes de las distintas denominaciones que conviven en la zona y una de las que ofrecía amplias facilidades de visita, reunía en la empresa vinos de Graves y de Cérons y, además, no estaba lejos del turismo rural que habíamos alquilado, era Château de Chantegrive, en Podensac. Con una historia de apenas 40 años y ya con la tercera generación en la bodega, he degustado varias veces todos los vinos de la casa y si bien su Cuvée Caroline (Graves blanc sec) es digno de mención, el vino de la casa que me tiene el corazón robado es su Cérons. Para que nos entiendan quienes no frecuentan mucho este tipo de vinos, se trata de un vino generoso ("vin moelleux") cuya base son las variedades blancas sémillon y sauvignon blanc, con las que se construyen, también, los vinos del Sauternais. Diferencias, no geográficas (pues Cérons y Sauternes están la una junto a la otra), hay varias: la fama de la una y de la otra, porque calidad en vinos dulces se puede encontrar tanto en Podensac como en Sauternes; la otra gran diferencia está en el precio: un gran Cérons, como es éste, puede salir por 20 euros la botella, mientras que hay que buscar mucho, mucho, para encontrar un gran Sauternes cuyo precio pueda yo pagar (por supuesto, apunto uno, entre varios, Château de Malle); la tercera es proporción de las variedades: en Cérons por lo menos un 70% del ensamblaje tiene que ser de sémillon (en el Chantegrive, es del 90%).El suelo de Graves lleva ese nombre por su composición arcilloso-calcárea en su parte profunda, y de gravas, cascajo y cantos rodados, en su superficie. Este Cérons procede de vides de más de 50 años y como es habitual en estos vinos hechos con uvas sobremaduradas y, algunas, con podredumbre noble, la vendimia tarda semanas en completarse, pues se pasa hasta tres y cuatro veces por las cepas para ir escogiendo los granos uno a uno.

El mosto resultante (lo dicho, con una muy mayoritaria sémillon y un 10% de sauvignon blanc) fermenta en barricas de roble francés y después, permanece en contacto con la madera durante doce meses antes de pasar a la botella. Conviene servirlo sobre los 10ºC para poder saborear a fondo el potencial aromático de este buen vino. De un amarillo profundo, entre el trigo maduro a punto de cosecha y la miel de acacia, ofrece una colección de aromas de gran frescor y poder: los cítricos dominan la nariz, desde la corteza del limón recién raspada, pasando por la miel de flor de azahar y terminando por la mermelada de naranja amarga. Siguen suaves aromas de dulzor, entre las flores secas de acacia y el suelo húmedo del bosque en otoño. Es un vino joven todavía, este 2005, y sus matices se irán potenciando con la guarda (¡si le dejáis llegar a ella!). En boca es un vino de terciopelo, al que le falta quizás un poquito de volumen y de amplitud en relación con otras añadas, pero que enamora por su suavidad, por su delicadeza y por su liviano y fresco dulzor. Por 20 euros la botella de 3/4 de litro, ¿qué mas se puede pedir? ¿Quizás que existiera algo más de producción? Sólo salen 6000 botellas al año de este buen vino, que merece la pena ser tenido en cuenta.El ramo de rosas, flor de azahar, acacia...es de Jean-Baptiste Monnoyer y pertenece a la Colección de Carmen Thyssen Bornemisza.
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