dimarts, 1 de gener del 2008

La última cena (¡del año!)


En casa de unos queridos amigos que insisten en querer ensuciar su cocina con nosotros, pasamos la última noche y cena de 2007. Al estilo del anglosajón "take a dish, take a bottle party" y presididos por un excelente surtido de panes muy bien servidos, las aportaciones fueron de lo más lucido: un salmón marinado en casa, de extraordinaria textura y sabor; unos caracoles de mar, hervidos y servidos fríos; una ensalada con bogavante, refrescante y muy original; una deliciosa quiche con cebolla confitada (estilo "Zwiebelküchen") y panceta ahumada y otra con jamón dulce y queso, delicada; unas navajas a la plancha, muy sabrosas; un carpaccio de ternera y unas vieiras marcadas a la plancha con alcachofa marinada (excelente trasunto de una receta de C. Gaig) y etc. Aportaciones vínicas hubo varias, pero puesto que estamos en "crónica de guerrillas" y escribiendo desde la trinchera, me quedo con la recomendación de dos vinos extraordinarios, que casaron de maravilla con alguno de los platos:

en primer lugar, el mítico, por todos narrado y por NADIE guardado (no iba yo a ser menos, ¿verdad, compañeros?) Do Ferreiro Cepas vellas 2006. De color oro pálido, es un albariño de cepas muy viejas y que sabe a eso, a albariño, con maravillosa pureza: heno cortado, prado húmedo, flor de geranio, boca única, algo untuoso, graso y opulento, con un cuerpo enorme y un posgusto brillantemente amargoso. Este Do Ferreiro de Gerardo Méndez, que todos los amantes del vino debieran probar, casó a la perfección con las navajas a la plancha, con los caracoles de mar y con la ensalada de bogavante.

En segundo lugar un riesling de antología, del Rheingau, de Peter Jakob Kühn, 2005 Oestrich Doosberg trocken, un vinazo con una mineralidad fósil que empieza contundente pero que, incluso sin decantar (abierto casi una hora antes del servicio), se vuelve sutil y deliciosa. De color paja casi dorada, madura, aporta ese queroseno clásico, riesling en pureza absoluta, con notas de cítricos y de mandarina, algo de ceniza y un poco de queso de cabra "staggionato" italiano. Con un enorme volumen en boca y una buena acidez y frescor, fue un gran compañero del pastel de cebolla, siguió razonablemente bien con el salmón y, para mí la gran revelación de la noche, acabó en apotesosis con la alcachofa y la vieira. Ésta última es una combinación que os propongo ya, pero que pienso profundizar: el ligero amargor final de este riesling seco encajó de maravilla con el de la alcachofa.



Por supuesto, hubo otras muchas cosas deliciosas (por ejemplo, un aromático turrón nata-nueces de Can Faixas, con MR de Telmo Rodríguez), pero la mejor de todas ellas, sin duda (sobre todo, tras haber repasado los resúmenes informativos de 2007), fue largar al año 2007 con viento fresco y dar la bienvenida al 2008 en la mejor compañía posible (mi familia, amigos queridos y nuestros hijos: en la foto, la sal de la tierra). Por muchos años podamos hacerlo. Dixi. Abei.


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